Existe, en la literatura de la región del Mississippi, una serie de temas recurrentes: el choque de culturas, el contraste entre el mundo de los blancos y el de los negros, la esclavitud y la dominación. En muchas obras del siglo XX, aparece como temática constante, el mito del Gran Sur, es decir, la añoranza por parte de los viejos hacendados por los tiempos en los que los campos de algodón eran sinónimo de riqueza.
Tres grandes escritores han ambientado sus novelas en el lecho de este río y, a pesar de que se trata de visiones distintas en tiempos diferentes, coinciden todos en esencia.
El toque femenino
Una de las obras más importantes de la literatura norteamericana fue escrita por una mujer, Harriet Beecher Stowe. Se trata de la segunda obra más vendida (después de la Biblia) en Estados Unidos: La cabaña del tío Tom (Uncle Tom’s Cabin), publicada por primera vez en 1852. Se trata de las experiencias a lo largo de la vida de un esclavo afroamericano que fue alejado de su familia a temprana edad y que vivió en un mundo hostil, en el que su condición humana no era considerada ni respetada.
Con un fuerte mensaje ético, la novela deja en evidencia la dura realidad de los esclavos y plantea el amor cristiano como forma de superación humana. Los personajes femeninos de esta obra presentan un carácter sagrado —una constante en la literatura afroamericana— pues son ellas las únicas que tienen la autoridad moral necesaria para salvar a los Estados Unidos del demonio de la esclavitud.
Una marca en el río
Samuel Langhorne Clemens fue un escritor y humorista estadounidense al que se lo conoció por su seudónimo, Mark Twain. El nombre proviene de una expresión que se utilizaba para señalar una marca de profundidad (dos brazas), que indica el calado mínimo necesario para la buena navegación.
Si bien este autor excepcional nació en Missouri, escribió mucho respecto de Mississippi. Vivió allí durante su niñez, y sus novelas más destacadas se desarrollan en esta región. Las aventuras de Tom Sawyer, publicada en 1876, describe la vida de un pueblo a orillas del Mississippi, articulada sobre la infancia del personaje principal. Vida en el Mississippi, publicada en 1883, es una novela autobiográfica sobre sus experiencias como piloto de barco con una visita al Mississippi veinte años después. Las aventuras de Huckelberry Finn, de 1884, es la continuación de la historia de Tom Sawyer, y es considerada la obra maestra de Mark Twain. Todas estas novelas aparecen repletas de historias con humor, pero también hay una denuncia constante en contra de la crueldad humana.
Un Mississippi de ficción
William Faulkner es considerado probablemente el único modernista americano de la década del ‘30. Siguió la tradición experimental de escritores europeos como James Joyce, Virginia Woolf y Marcel Proust, y fue conocido por el uso de técnicas literarias innovadoras, como el monólogo interior y el multiperspectivismo.
Los críticos señalan que Mississippi marcó su sentido del humor, y mantuvo una fuerte presencia a lo largo de toda su obra, en la que el carácter típico sureño, fue una constante, y que, junto a la atemporalidad de sus temas, son la base de toda su literatura.
El autor se vale de la literatura para presentar personajes característicos del Sur arruinado tras la Guerra Civil.
Si bien son muchas las novelas en las que desarrolla esta temática, basta sólo mencionar ¡Absalón, Absalón!, publicada con el mapa completo del condado de Yoknapatawpha, una ficción del condado de Lafayette. Con una población mayoritariamente afroamericana, en esta novela se plantean las diferentes perspectivas respecto de los valores sociales y, con ellos, queda en evidencia la miseria en la que estos personajes viven. Ya no se trata, en tiempos de Faulkner, de una cuestión racial; la desgracia llega a todos y no hay forma de evitarla.
Este pequeño artículo se publicó en Notas Negras, N.° 3, junio-agosto de 2009