El teatro tiene una capacidad única para servir como denuncia social y obra de arte simultáneamente. Prima Facie es un ejemplo perfecto de esta dualidad, ya que utiliza la plataforma escénica para plantear una crítica incisiva al sistema judicial mientras ofrece una experiencia estética poderosa y conmovedora. A través de la actuación, la dirección y la narrativa, la obra no solo atrapa al público, sino que también confronta a la audiencia con realidades incómodas y urgentes.
Después de agotar entradas en Londres y Madrid, llega a Buenos Aires Prima Facie, protagonizada por Julieta Zylbelberg y dirigida por Andrea Garrote. Esta obra, que ha sacudido los cimientos de los teatros europeos, llega con la misión de poner a prueba creencias y cuestionar el modo en que se mira y se escucha a las víctimas de violencia de género.
Prima Facie, de Suzie Miller recuerda la fragilidad del sistema judicial cuando se trata de admitir denuncias por violaciones y agresiones sexuales. La trama sigue a una brillante abogada penalista, quien se regocija en sus victorias al defender a hombres acusados de violaciones. Ella crea confusión en los relatos de las denunciantes, invirtiendo las posiciones de acusado y víctima en la sala del tribunal. Su convicción en la ley y orgullo profesional son indiscutibles, hasta que ella misma se convierte en víctima.
La clave de toda la obra se sostiene sobre el principio de la verdad. En términos de Derecho, el concepto de verdad legal se refiere a la verdad que se establece en el marco de un proceso judicial, basada en las pruebas y testimonios presentados y aceptados durante el juicio. Esta verdad es construida a través de procedimientos y reglas jurídicas, y es la que se considera válida y vinculante para los efectos legales. Sin embargo, la verdad legal no siempre coincide con la verdad real, que es la realidad objetiva de los hechos tal como ocurrieron. La verdad real puede ser compleja y estar sujeta a múltiples interpretaciones, mientras que la verdad legal puede estar limitada por la disponibilidad de pruebas, la eficacia de los argumentos presentados y la capacidad de los testigos y de las víctimas.
Cuando la abogada es violada por un colega, ve cómo se cierran sobre ella las fauces de un sistema judicial que conoce perfectamente. Su relato de violación, aunque claro para el espectador, es minuciosamente aniquilado por el sistema con argumentos que culpan a la víctima: usted parecía desear una relación sexual; ustedes bebieron juntos; ¿no fue voluntariamente que se encontraron en la misma habitación?; ¿por qué no pidió ayuda?
El éxito de Prima Facie ha trascendido fronteras, generando debates en múltiples países sobre la necesidad de reformar los sistemas judiciales para proteger mejor a las víctimas de agresiones sexuales. En Suecia y España, las reformas legislativas recientes han buscado liberar a las víctimas de la carga de la prueba, basándose en el consentimiento explícito como eje central.
En Francia, el debate sobre la noción de consentimiento y la carga de la prueba sigue vigente. Asociaciones, académicos y personalidades del mundo de la justicia claman por un cambio que permita a las mujeres vivir libremente, sin el yugo del miedo y la dominación. La obra de Miller subraya la urgencia de este cambio, y expone el origen de las inconsistencias en el relato de una víctima y la incomprensión del sistema sobre el estado de vulnerabilidad en el que declaran las personas que fueron víctimas de un abuso o de una violación.
Prima Facie no es solo una obra de teatro; es una llamada a la acción y a la reflexión sobre cómo se trata a las víctimas de violencia de género. A través de la poderosa actuación de Zylbelberg, la obra invita a los espectadores a cuestionar el sistema judicial y a abogar por un cambio que garantice justicia y protección para todas las víctimas.
Ficha Técnica:
Con Julieta Zylbelberg. Dirección: Andrea Garrote. Producción general: Valentina Berger, Sebastián Blutrach, Tomás Rottemberg.
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